BARBARA BENITEZ- Buenos Aires, Argentina
Así cantaba La Faraona. Y el mundo se conmovía con Lola Flores. “Pena de mi corazón, que me corre por las venas”. Es lo que me despiertan las imágenes del desgarro.
Tucumán se levanta, harta de ser vasalla de distintos amos. Calló ante el genocida Buzzi (porque el miedo no es tonto), soportó al incompetente Palito Ortega; ahora alza la voz ante el gobernador que baja y de cara al que sube.
Yo tendría que gritar ¡FRAUDE! Y aseguro que en mi alma está el sentimiento. Pero no es sólo esta vergüenza electoral la que me lastima sino décadas y décadas de rapiña. Tucumán dice ¡BASTA! Y sale a la calle por este ultraje y los anteriores. Por los desaparecidos del 70, la incompetencia de los 90 y el robo del presente. Y por el clientelismo. Y por la dedocracia. Y por el trabajo exclusivo para partidarios. Y por la pobreza y el desempleo. Y porque quieren terminar con los absolutismos, del color que sean. Las elecciones nada más fueron el detonante en un campo hace años minado.
Los tucumanos sabían que les podrían dar palos si iban a la plaza (está en el inconsciente colectivo); pero hay veces en que uno se juega, cansado de que jueguen con uno. Es el grito de la deseperación.
Mientras un grupo aúlla: “Trampa”, el otro vocifera: “No saben perder”. Ninguno toma en cuenta que en el medio hay gente que quiere vivir con sencillez.
No, no me di vuelta; pero tampoco pienso con el fanatismo de la contra. Los oficialistas y los anti- oficialistas son Godzillas con garras especuladoras.
La doña se despide con violencia; es la crónica anunciada de un final. Sin embargo, “la Santa Oposición” tampoco ha dado muestras de un desinteresado actuar; lleva agua para un molino que nunca se muestra colmado. La ambición no sabe de colores.
Tucumán es la muestra de la especulación y todos se divierten con El Estanciero para repartirse la provincia. Sátrapas neo-liberales que, más tarde o más temprano, se unirán ante la copia de la piñata nicaragüense, ésa por la que el falso revolucionario Ortega se quedó con las propiedades millonarias expropiadas y disfrutó -incluso- con los industriales poderosos que financiaron su proyecto de saqueo. Lo mismo harán con esa provincia que, por paradojas de la historia, es El Jardín de la República y capital de la Independencia Argentina.
Hoy van por Tucumán. Mañana se asociarán para asignarse el país entero, porque uno no podrá hacerlo sin la complicidad del otro.
MALDICIÓN DE MALINCHE. Despojo y traición es el derrotero de un pueblo que solamente pretende llegar a fin de mes.
A uno y a otro: “que el diablo les escupa el culo”
Bárbara Benitez