Barbara Benitez nuestra corresponsal em Republica Argentina
“...estamos con el agua hasta las verijas”, decía la gran Tita Merello en “Las aguas bajan turbias”, película de los 40. Desde entonces nada cambió. El río crece y los habitantes quedan sumergidos en el desinterés. Nada conmueve a la presidenta, quien se despedirá mostrando lo que ya no puede ocultar: su insensibilidad.
Las provincias de Buenos Aires y Santa Fe se hundieron bajo la corriente que todo lo lleva y se ahogaron ante el desamparo. Pueblos clamando ayuda, mientras el gobernador estaba en Cerdeña debido a estrés electoral.
¡Scioli se equivocó al irse! No obstante, todo sirve; se sacó la careta. Aprendimos que la malicia no es exclusiva de la señora sino que él la acompaña por sitios oscuros. Este personaje disfrazado de peronista es Mr Hyde y el Dr. Shekyl.
La inundación podría haberse evitado. Veintidos mil damnificados son mero número para quienes deciden sobre la vida o la muerte. La elección es clara: SEIS MUERTOS MÁS UN DESAPARECIDO SON EFECTO COLATERAL en esta trama de desgobierno y cohecho.
Y nada mejoró tras el descenso de las aguas. “Ella” fue una ausente durante la tragedia y ahora nadie sabe donde está. Dicen que por vergüenza tras su actidud de hielo. No lo creo. Para tal sentimiento hay que tener una ética que no demuestra.
Sin presidenta a la vista el país está a la deriva. Sin embargo... hace mucho que es así.
Las denuncias de corruptela son implacables. Pero sus actos lo han sido también. No existe un área de gobierno en que la sospecha deje de cubrir cada acción. Podría nombrar algunas como el caso Hotesur (uno de los hoteles del hijo, propiedad millonaria en dólares que no puede ser blanqueada aunque la capacidad de ahorro de los K haya sido extrema), la adjudicación a un amigo personal de la familia de todas las obras públicas realizadas y mal realizadas en el feudo de origen, la acusación de lavado de dinero en las sociedades de “la doña”. Y lo otro. Y lo otro. Son tantas que es imposible memorizarlas.
Sin duda, el país está a la deriva. Y no es por la corriente Del Niño. Es el flujo de perversión y robo a inconciencia armada lo que generó esta angustia.
¿Saldremos? Tampoco lo duden. Pero no porque el ejecutivo entrante haga algo -nada esperamos de él- sino por la fuerza de voluntad de los argentinos que siempre damos manotazos de ahogado. No tendremos criterio al elegir gobernantes pero nos sobran genitales para enfrentar las crisis con lo único que nos queda: DIGNIDAD.
Cristina hace silencio. Y no siempre el silencio es salud, también es el recurso de los mediocres y la salida de los inmorales.
Bárbara Benítez